Del polvo estelar a la roca: granos arrastrados por el viento revelan pistas sobre el origen de los planetas
Un equipo astronomico revela que los vientos estelares ayudan a que granos de polvo crezcan hasta convertirse en “piedras” que forman planetas, ofreciendo nueva comprensión sobre el origen de mundos rocosos como la Tierra
El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) ha descubierto una pieza clave del rompecabezas sobre cómo se forman los planetas rocosos, como la Tierra, alrededor de estrellas jóvenes. Durante décadas, la ciencia ha enfrentado el desafío de explicar cómo los granos de polvo en los discos que rodean a las estrellas recién nacidas logran crecer desde partículas diminutas hasta convertirse en “piedritas” capaces de formar planetas, sin caer hacia la estrella ni destruirse al chocar entre sí. Este problema es conocido como la “barrera del metro”.
Un equipo de más de 50 astrónomos y químicos de los principales institutos científicos del mundo utilizó ALMA para este gran programa de investigación, conocido como el "Estudio de cincuenta UA de la química en los sistemas de disco/envoltura de protoestrellas similares al Sol" o FAUST. El equipo estudia la química del denso gas molecular en las envolturas de una muestra representativa de protoestrellas similares al Sol y ahora, por primera vez, ha observado directamente granos de polvo de tamaño milimétrico (unas 10 000 veces más grandes que el polvo interestelar típico) incrustados en las paredes de una cavidad de flujo protoestelar. Estos granos parecen haber sido levantados del denso disco protoestelar interno por los vientos y luego depositados más lejos, lejos de donde pueden volver a caer sobre el disco y continuar creciendo. Este proceso proporciona a los granos más tiempo y espacio para unirse, superando potencialmente una barrera de larga data para la formación de planetas.
Estos granos parecen haber sido expulsados desde las regiones internas y densas del disco protostelar por vientos que los empujaron hacia afuera, alejándolos de la zona donde podrían volver a caer al disco. Esta expulsión les permite tener más tiempo y espacio para unirse entre sí y seguir creciendo, lo que podría ayudarles a superar una barrera que por años se consideró un obstáculo para la formación de planetas.
Las observaciones directas de estos granos milimétricos se realizaron en las paredes de la cavidad del flujo de salida del joven sistema binario L1551 IRS5, y demuestran que los granos pueden crecer mucho más de lo que se pensaba durante las primeras etapas de la formación planetaria. Este hallazgo entrega una nueva perspectiva sobre los procesos que pudieron haber llevado a la formación de nuestro propio Sistema Solar, y destaca un camino que antes había sido subestimado en la formación de planetas.
“Este descubrimiento no solo revela un nuevo mecanismo para construir planetas, sino que también nos da una mirada hacia cómo pudo haberse formado nuestro propio Sistema Solar”, señaló Giovanni Sabatini, investigador del Instituto Nacional de Astrofísica (INAF) en el Observatorio Astrofísico de Arcetri, en Florencia, y líder de esta investigación. “Estos resultados abren preguntas fascinantes sobre la diversidad de sistemas planetarios en nuestra galaxia y nos acercan a comprender nuestro origen cósmico”, añade Claire Chandler, científica del NSF NRAO y coinvestigadora principal de la colaboración FAUST.
Informacion adicional
El comunicado de prensa original fue publicado por el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO), socio de ALMA en representación de Norteamérica.
El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), una instalación astronómica internacional, es una asociación entre el Observatorio Europeo Austral (ESO), la Fundación Nacional de Ciencia de EE.UU. (NSF) y los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón (NINS) en cooperación con la República de Chile. ALMA es financiado por ESO en representación de sus estados miembro, por NSF en cooperación con el Consejo Nacional de Investigaciones de Canadá (NRC) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Taiwán (NSTC), y por NINS en cooperación con la Academia Sinica (AS) de Taiwán y el Instituto de Ciencias Astronómicas y Espaciales de Corea del Sur (KASI)
La construcción y las operaciones de ALMA son conducidas por ESO en nombre de sus estados miembro; por el Observatorio Radioastronómico Nacional (NRAO), gestionado por Associated Universities (AUI), en representación de Norteamérica; y por el Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ) en nombre de Asia del Este. El Joint ALMA Observatory (JAO) tiene a su cargo la dirección general y la gestión de la construcción, así como la puesta en marcha y las operaciones de ALMA.
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